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      Las mil y una vidas de Osvaldo Rivero, el empresario que llegó a ser dueño de medio Boca y reinventó el boxeo

      Jugó al fútbol y básquet. Se dedicó a la representación de jugadores y en los 90 cambió los botines por los guantes. Su vida al borde del ring. Éxitos y traiciones. Y un mensaje para Maravilla Martínez: "Pudrió todo".

      Las mil y una vidas de Osvaldo Rivero, el empresario que llegó a ser dueño de medio Boca y reinventó el boxeoOsvaldo Rivero, el máximo promotor de boxeo. Foto Lucía Merle

      Osvaldo Rivero entendió el negocio del boxeo de chiquito. Era el niño que subía los guantes al cuadrilátero en las veladas de Barracas Central. El público le tiraba moneditas que él juntaba y gastaba en caramelos. Su padre era juez de esos combates amateurs y el club era el epicentro de su vida. Fue el 10 del Guapo a finales de los 70 y antes jugador de básquetbol, también del equipo de Primera División. 

      Poco después de los 20 años se recibió contador, entró al Banco Central y se fue a ganar más dinero a la Aduana. Ya no compraba caramelos con lo que juntaba. El pase del arquero Esteban Pogany era suyo. Después vino otro jugador. Y otro. Y cuando se puso a hacer las cuentas, ocho de los 11 titulares de Boca eran suyos. Algunos de los suplentes también. Los que querían jugar ahí o en River, lo llamaban. Era un empresario joven y de moda. Y ya no trabajaba de lo que había estudiado.

      Eso fue hace mucho. Fueron las primeras vidas de Rivero. A los 75 años recibe a Clarín en su casa de un barrio cerrado en Tigre. El lugar dejó de ser el espacio de los fines de semana para volverse cotidiano. Antes de la pandemia, vivía en Belgrano. El covid lo tuvo internado y con incertidumbre por un cuadro de neumonía bilateral que finalmente no fue. La experiencia lo cambió. Era una época en la que muchos morían por culpa del virus.

      Osvaldo Rivero en su casa, en Tigre. Foto Lucía MerleOsvaldo Rivero en su casa, en Tigre. Foto Lucía Merle

      Eso sucedió muchísimo después del día en que cambió los botines por los guantes. El día que cumplió 40 años, Juan Martón Látigo Coggi fue campeón mundial y su entrenador, Santos Zacarías, le pidió "una mano" con lo que se avecinaba. Se conocían porque era el suegro de Jorge Higuaín, el papá del Pipita, que era uno los jugadores de su escudería. "Pensé que iba ser Coggi empieza, Coggi termina, pero no. Seguí", cuenta en una sala de su casa que tiene un ventanal que deja ver del otro lado del lago las casas del barrio.

      En el medio logró un espacio inédito en TV para el boxeo, presidió GEBA, lo tentaron para ser presidente de Barracas Central antes que a Claudio Chiqui Tapia, lo traicionaron, y se enemistó para siempre con mucha gente. La "nueva normalidad" devolvió al gran promotor en otro rol. OR Promotions tiene a los hijos de Rivero al frente del negocio que él cargaba en el lomo. Un legado que nada tiene que ver con la cosecha de un contador.

      -¿Cómo piensa que habría sido la vida como contador?

      -Y, como un contador... Que iba a empezar a tener clientes para evadir los impuestos. ¿Se ocupan de eso, no? La única actividad que vale la pena estudiar es Medicina. Podés tener la alegría de traer a un chiquito a la vida o salvar a alguien, también. Si me hubiesen dicho 'Negro, escribí en este papel en blanco lo que querés' no me hubiera atrevido a poner lo que me dio la vida. O sea que la he vivido. De otra forma hubiese sido más aburrido, ¿no? Con esta profesión, conocés el mundo.

      -¿Cómo era su época en el fútbol?

      -Te llamaba medio mundo. Todos querían jugar en Boca o en River. Nosotros (en Boca) menos tres, el resto eran todos nuestros. Te llama todo el mundo. Quizás, agarrabas a uno, lo acomodabas en otro lado...

      Antes del boexeo, Osvaldo Rivero fue el zar del fútbol local. Foto Lucía MerleAntes del boexeo, Osvaldo Rivero fue el zar del fútbol local. Foto Lucía Merle

      -Bragarnik no inventó nada...

      -Sí, más o menos... Todas las cosas que largué del fútbol las agarró (Gustavo) Mascardi. Él tenía un solo jugador, un zurdo muy bueno (Sergio Berti). Después agarró todo, todo. Se quedó con todo. Cada vez que lo veía en Punta del Este yo le metía la mano en el bolsillo y le decía: 'Dame la mitad que es mío' y nos reíamos.

      -En algún momento el entonces presidente Menem se subía al ring. ¿Tenía algo que ver?

      -¡Era un caradura! (risas) También jugó al básquet. Jugué alguna vez en el equipo de futbol, porque (Fernando) Galmarini había hecho un equipo de fútbol e íbamos por las localidades. Tengo una buena: una vez jugaba River y en el entretiempo aparece en el sector dónde estábamos, nos saludamos y yo le presenté a mi padre, que estaba conmigo, y se me ocurrió contarle una anécdota. En todos los clubes había un busto de Eva Perón por lo general y  después de la Revolución Libertadora entraban a llevárselos. Un vecino vino y le dijo a mi viejo que los de la (Comisaría) 28 iban a entrar a Barracas a llevárselo. Y mi viejo, el animal, fue y lo metió en una bolsa de arpillera y lo trajo a casa. Quedó en el sótano. Algún tiempo después mi viejo, de entrecasa, me dijo: 'Negrito, esto se lo vamos a dar al primer presidente constitucional peronista'. Menem ya era presidente y cuando termino de contarle la anécdota me dice: 'Es mío' y no le contesté. Nada. Mi viejo tampoco. Y no me equivoqué.  Y mirá que lo conocía. Una vez vino para poner como publicidad “Menem 95” y nosotros lo pusimos. Nadie lo quería poner, le decían Méndez... Pero nosotros ganamos así que eramos los preferidos de él. 

      Heller, Diego, Claudia con Giannina a upa y Osvaldo Rivero y sus épocas con el fútbol. Foto: Archivo Familia RiveroHeller, Diego, Claudia con Giannina a upa y Osvaldo Rivero y sus épocas con el fútbol. Foto: Archivo Familia Rivero

      -¿Costó engancharle la vuelta al boxeo viniendo del fútbol?

      -No, no. Nos fue muy bien. Tenía a Coggi, a Julio César Vásquez y al Roña Castro. En la Federación Argentina de Box no se hacía boxeo. Entonces yo propuse hacer boxeo y me hacía cargo de las pérdidas. Pero si había ganancias era 50 y 50. Los tres se hicieron número uno. No había ciclos de boxeo en la tele. En Canal 9 me dicen que no pueden pasar boxeo y sacar el programa de más rating fuera del aire. Cada vez que traía a alguien, lo cagábamos a Darío Vittori que hacía 'Teatro como en el Teatro'. Entonces me ofrecen los sábados a las 12 de la noche. A mí me salvó el Cabezón (Marcelo) Tinelli con los bloopers... Canal 9 tuvo un ciclo de boxeo que se miraba mucho, sobre todo en el interior. Ese horario quedó para siempre. Y el que me ayudó y me dio la oportunidad de financiar todo lo que traía y nunca me dijo que no y siempre me defendió fue Alejandro Romay. Ellos ganaban su plata, seguramente mucho más que yo, pero él fue mi padre financiero.

      -¿Hacia dónde cree que va el boxeo hoy?

      -Uno no es mago. Quizá no sabemos y en este momento se está por subir al ring un fenómeno que lo cambia todo, como lo cambió en su momento (Muhammad) Ali. Si no hubiese estado, el boxeo era otro.

      -¿Las peleas de UFC o jaulas le restan público al boxeo?

      -No entiendo bien una y otra. No entiendo cuándo son de verdad y cuándo son mentira. Una vez vino alguien para que lo representara. Cuando le pedí los derechos, me dijo que no, que los lo tienen ellos (la empresa Ultimate Fighting Championship cuya sigla nombra a la disciplina) y no se los dan a nadie. Mucha plata sale eso. Pero yo no veo que sea verdad. Es más violento que el boxeo. Le pegan en la cabeza, no entiendo. Vos me vas a decir que estoy loco, pero el boxeo es socialmente una obligación porque es la única manera que tiene cierta clase social de subir un escaloncito. Los muchachos no pelean uno contra otro, pelean por la vida. El que gana sube un escaloncito, pero no por ganarle al otro. ¿Quién puede ser feliz haciéndose cagar a trompadas? Y cuando termina se dan un abrazo. Y el abrazo no es falso. Es sincero.

      Osvaldo Rivero hizo de todo como empresario en el fútbol y el boxeo. Foto Lucía MerleOsvaldo Rivero hizo de todo como empresario en el fútbol y el boxeo. Foto Lucía Merle

      -¿Hubo enemistades en este camino? 

      -Es feo decirlo, pero creo que sí.

      -¿Por qué las hubo?

      -Fue así por las cosas que hicieron. En Diario Popular salió y llevé pruebas de todas las cosas que se decían de mí. La nota terminaba diciendo que quien tuviera algo para decir en mi contra, y con pruebas, hacíamos una conferencia de prensa. Y si tenían razón, me ejecutaban ahí mismo. Nadie llamo. Y no es porque soy hábil y no dejo pruebas. Hay tipos que te traicionan mal, que fueron campeones del mundo, que los promocionaste, y después te hacen juicio.

      -¿Lo traicionaron? 

      -Puff, es un ejercicio.

      -¿Cómo se sienten esas puñaladas?

      -Las dejo ahí, se terminó. Y no acepto la vuelta. Hay campeones del mundo conocidísimos... Así que no es que estoy acostumbrado, pero lo sé digerir.

      -¿Algunas dolieron más que otras?

      -Seguro que sí, pero no para decir quién. Esto es un mar de tiburones. Funciona como la naturaleza. Te tenés que acostumbrar o dedicarte a otra cosas. No vas a cambiar el mundo del boxeo. Te traicionan de un promotor a otro, no es saludable.

      -¿Cuándo se dio cuenta que era así?

      -Cuando me miraba el codo y me empezó a salir psoriasis. Todas las cosas que pasan en el boxeo salen por algún lado, te cobran. Un día le dije a un tipo: '¿Qué puedo hacer para que me cure?'. 'Te tenés que ir a vivir a Bahamas', me dijo. 

      Una charla a fondo con Osvaldo Rivero. Foto Lucía MerleUna charla a fondo con Osvaldo Rivero. Foto Lucía Merle

      -Maravilla Mart...

      -No, no. Bueno, bueno. Llamalo y preguntale si me dijo en la cara todo lo que dijo de mí. Primero, se fue a España con plata mía. Había cobrado un cheque de la Federación pero necesitaba plata y le pagué no sé si el pasaje y todo. Y después me empezó a hacer la contra. Empezó con lo de (Omar) Narváez. Un día estaba con la (boxeadora Erika) Pantera Farías en una convención y él estaba en su apogeo. Pedí que lo llamara porque si lo llamaba yo no me iba a dar bola. Lo llamaron y aparecí. Lo encaré y le pedí explicaciones. Me dijo de tomar un café y le dije que no, que habláramos ahí mismo: 'Si te cagué, acá tenés la oportunidad cagame a trompadas'. No sabía qué hacer. De cada cosa que le decía, no tenía respuestas. Pudrió al boxeo: ha ganado peleas poniendo plata. ¿Te acordás la de (Martin) Murray en Vélez? Cayó Maravilla y el tipo no lo fue a definir. Sino, no cobraba. Así hizo muchas. Ganó contra cualquiera en el round 11, donde ya habían acordado que caía el otro. Un farsante, un mal parido. Si alguna vez lo entrevistás preguntale por todo esto.

      -Al final contó una traición...

      -Que te traicione un amigo es jodido y me pasó. Este no es nada. Una basura. Yo no puedo decirte: 'Lo hice campeón del mundo'. No, no. Como marketing, brillante, fue brillante. Pero tiene 49 años y quiere seguir boxeando, encima en el Luna Park, algo en el balero le falla.

      -¿Y usted quién es? ¿Cómo se presentaría?

      -Alguien que vivió como pensó. Me tendría que acordar quien lo dijo (N de la R: Victoria Ocampo): 'Cuando no se tiene el coraje de vivir como se piensa, se termina por pensar como se vive'. Muy bueno está eso. No quise nunca traicionar a nadie. Si me cruzo con alguien que quiere guerra (este es un mar de tiburones y sigue siendo, no es que cambió), hay que luchar. Pero, tuve un espejo que fue mi viejo. Tremendo tipo. No lo quiero traicionar a él.

      Osvaldo Rivero en la intimidad de su hogar, con Clárin. Foto Lucía MerleOsvaldo Rivero en la intimidad de su hogar, con Clárin. Foto Lucía Merle

      Sobre la firma

      Luciano Bottesi
      Luciano Bottesi

      Periodista formado en la Agencia Universitaria de Noticias y Opinión (AUNO) de la Facultad de Ciencias Sociales de Lomas de Zamora (UNLZ). Tras un recorrido profesional que incluyó, entre otros medios, las agencias Télam y Noticias Argentinas y Diario Popular, en 2022 regresó a Clarín para sumarse a sección Deportes.

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