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      20 fugas en pocos meses, celulares liberados y la sospecha de pagos con Cuenta DNI

      El caso Martincito, y la madre que supo antes que los funcionarios, por Instagram, de la fuga del asesino de su hija.

      20 fugas en pocos meses, celulares liberados y la sospecha de pagos con Cuenta DNIEl predio Nueva Esperanza, en las afueras de La Plata, incluye seis institutos de menores. Foto: Mauricio Nievas

      Las últimas dos fugas ocurrieron hace poco más de una semana, el mismo día, en el centro de detención para adolescentes con causas penales Eva Perón, en las afueras de La Plata. Una fue al mediodía y otra a la tarde. La primera trascendió porque el prófugo está involucrado en un crimen de alto impacto, el de Tomás Sánchez, un ex jugador de fútbol juvenil de Club Atlético Ferrocarril Midland asesinado el 29 de octubre del año pasado.

      Tomás tenía 18 años, quería terminar la Secundaria, estaba de novio y hacía changas. Ese domingo cayó muerto de un tiro en la panza durante una supuesta pelea en Cancha de Patos, un parque popular del municipio de Merlo elegido para las juntadas de fin de semana; para escuchar música y bailar. El acusado por esta muerte tiene 16 años y quedó detenido en el Eva Perón, pero tres meses después la Policía lo busca de nuevo. Se cree que el viernes 16 de febrero aprovechó el movimiento del almuerzo y se fue.

      “¡No puede ser que se haya escapado! ¡Justicia!”, gritó angustiada la madre de Tomás, Mariángeles Alderete, en una marcha que organizó al enterarse. El único detenido por la muerte de su hijo está suelto y ella lo supo antes que los funcionarios del fuero de responsabilidad penal juvenil de Morón que investigan el caso. Le llegó el dato por Instagram, junto a una advertencia para su familia: “Decía que nos iban a venir a buscar uno por uno”, le contó la mujer a la agencia de noticias Télam.

      El centro de detención Eva Perón está ubicado en Abasto, sobre la avenida 520, unos 15 kilómetros al oeste de La Plata, donde la ciudad administrativa se va deshilachando en quintas frutihortícolas, descampados, cárceles y manicomios. Está en un predio verde con alambrado perimetral llamado "Villa Nueva Esperanza" que contiene más institutos: el Castillito, el Copa, el Legarra, el Pellegrini, el Ibarra, el Gambier; así se los conoce.

      Acceso a Nuevo Dique, otro centro cerrado para adolescentes, en las afueras de La Plata.Acceso a Nuevo Dique, otro centro cerrado para adolescentes, en las afueras de La Plata.

      En esos edificios, adolescentes de entre 16 y 18 años con causas penales, acusados o condenados, cumplen distintas medidas de encierro. No están bajo custodia del Servicio Penitenciario, sino del Organismo de Niñez y Adolescencia, dirigido desde 2022 por Germán Urman, que depende del Ministerio de Desarrollo de la Comunidad, el de Andrés “Cuervo” Larroque. Controla 35 institutos en la provincia, entre centros cerrados, de recepción, de contención y de evaluación.

      Sólo en los de La Plata, en los últimos cinco meses se escaparon más de veinte detenidos, según reconstruyó Clarín. Aparte de las fugas del Eva Perón, un adolescente apodado “Martincito” se fugó dos veces en cuatro meses del complejo Nueva Esperanza. Otros cuatro chicos se fueron del Legarra, dos más del Castillito y once del “Centro Socioeducativo de Privación de la Libertad Ambulatoria Almafuerte”, ubicado en esa misma zona.

      Martincito y los guachos

      La historia de Martincito es conocida y trágica. A los diez años ya estaba fuera de la escuela y a los 14 ya había sido padre, consumía drogas y salía a robar de caño con mayores. En el Año Nuevo de 2022, su grupo asaltó en Lomas de Zamora al de Lara Valentina Fernández, para sacarles los celulares. Según testigos, él fue quien baleó a esta chica de 17 años, que murió.

      Él tenía 15, no era imputable, pero lo detuvieron por seguridad. Por su acceso permanente a armas y su actitud desafiante. Es lo que había recomendado sin éxito una psicóloga unos meses antes del crimen de Lara, para “ponerle un freno” y prevenir riesgos. De los institutos de Lomas de Zamora lo trasladaron a La Plata, y de ahí se escapó dos veces.

      Martincito tiene 15 años y lo detuvieron por matar a Lara Valentina Fernández (17) para robarle el celular en Lomas de Zamora.Martincito tiene 15 años y lo detuvieron por matar a Lara Valentina Fernández (17) para robarle el celular en Lomas de Zamora.

      En septiembre de 2023 huyó del Castillito y retomó su vieja vida. Por ejemplo, participó del robo a mano armada de un auto en San Isidro. Lo atraparon, volvió a La Plata y estando preso lo condenaron por el robo: ya tenía 17 años. Pero en enero se volvió a ir, esta vez del Legarra, durante una salida al patio. Cuentan que él estaba en zapatillas y no en ojotas como los demás detenidos, pero nadie se preocupó. Tomó coraje, trotó por el pasto desprolijo del predio perseguido sólo por los mosquitos, pasó por cámaras de monitoreo que llevan tiempo rotas –nadie sabe cuánto–, sorteó el alambrado y se fue.

      La madre de Lara, María Laura Fernández, dijo en ese momento, entre lágrimas: “Siento mucha impotencia, bronca y tristeza. Mi hija no va a volver. Y a él no hay forma de que se lo condene por esto, porque tenía 15 años. Pero está suelto, es una amenaza para la sociedad. No quiero que pase algo y mate a otra persona”. La Policía lo encontró el 13 de febrero en Lanús, en otra secuencia de robos. Estaba con un chico de 15. Esta vez él era el “grande”.

      Ahora lo alojaron en el Centro Socioeducativo de Privación de la Libertad Ambulatoria Almafuerte, uno de los institutos más importantes de la provincia, de régimen cerrado. Está sobre la avenida 520, pero a la altura de Melchor Romero, al lado de una cárcel de adultos. Y este verano ya tuvo dos fugas.

      Una fue el 11 de diciembre. Cuatro adolescentes que habían compartido el crudo invierno en el pabellón izquierdo, uno de los sectores con menos libertades, se fueron de madrugada. Son todos chicos con infancias injustas que chocaron de frente con vidas de grandes y tienen causas en tribunales de Lomas, San Martín, La Matanza y La Plata.

      Uno de ellos se crió en un barrio de José C. Paz y está acusado de dos homicidios; vivió en institutos desde los 15 y ésta fue su tercera fuga. Otro es de González Catán, tiene una causa por homicidio y ya había estado detenido antes. El tercero es de Esteban Echeverría y cayó por un robo en poblado y en banda cometido con un arma de juguete. El cuarto es de Villa Alba, en la periferia de La Plata, y le atribuyen delitos contra la propiedad. Y un quinto detenido se fugó aquel día desde un hospital adonde había ido con un asistente.

      El director del Almafuerte, Félix Alejandro Robledo, cargó esta fuga el 13 de diciembre en una plataforma virtual para denuncias y la Policía redactó un parte que dice: “Cuatro menores alojados en el instituto, promediando las 1:00 horas violentan un candado de la puerta del pabellón para luego trasladarse al sector del patio interno, saltar el alambrado perimetral y evadirse”.

      Pero la historia no parece tan clara y dos meses después los asistentes que prestaron servicio durante la fuga están bajo la lupa en un expediente del Organismo de Niñez. Es que escapar de ahí implica abrir muchos candados: el de la habitación, el de la puerta de acceso al pasillo de las habitaciones, el de la reja de acceso al pasillo de las habitaciones, el del acceso a la oficina de guardia, el de la reja de acceso al pabellón y el de la puerta de salida al llamado patio del mástil. Recién ahí se puede acariciar la libertad: sólo falta trepar la reja del perímetro y ganar la avenida 520.

      En enero hubo otra fuga curiosa, de seis detenidos. Fue de día, durante una jornada en la pileta del Almafuerte, y afuera los estaba esperando un Ford Focus. Dos subieron, mientras cuatro eran devueltos a esos pasillos penumbrosos con olor a sudor denso donde esperan un juicio oral. Un proceso donde alguien los acuse y alguien los defienda. Así es desde hace 15 años, cuando la provincia implementó el fuero penal juvenil, un sistema especializado que dejó atrás los viejos juzgados de Menores. Ahí los conflictos penales se mezclaban con los asistenciales y familiares.

      Hay “fugas acordadas”, admiten asistentes que hablan sin decir sus nombres. “Muchos guachos tienen contacto con la calle y el delito a través de los celulares. Y tienen plata en Cuenta DNI, que ‘les prestan’ a sus asistentes –explica uno de ellos–. Está todo descontrolado. Trabajamos en condiciones precarias. Este es un trabajo muy ingrato y nadie nos valora. Algunos tenemos el sueño de trabajar bien y reinsertar a los pibes, pero la realidad te lleva a otra cosa. Hoy son depósitos para pibes”.

      Pibes o guachos, así los llaman. Y a ellos, los detenidos les dicen maestros, una palabra que resuena al antiguo Patronato, cuando los menores andaban con ropa de instituto y no tenían voz.

      Otro asistente consultado dice: “Cuando yo entré, se los cagaba a palos mal. Entraban de a tres o cuatro a la habitación del guacho y le daban con todo. Hoy es el otro extremo. Viven con el celular, en contacto con gente afuera, al punto de que los busca un auto para fugarse. El sistema está mal, todo se fue perdiendo: que tengan horarios, que hagan talleres. Muchos de los nuestros se drogan más que los pibes o no laburan. Casi nadie agarra este laburo por vocación”.

      Hambre y otras denuncias

      Los chicos presos en La Plata pasan hambre. Y no lo dicen sólo ellos: se demostró mediante auditorías a las que accedió Clarín. Una de ellas fue sobre el instituto Gambier, donde una nutricionista designada observó viandas sin guarnición, escasez de verduras y hasta “falta de cocción en fragmentos de hamburguesas”. Concluyó que “lo que se ofrece no es adecuado para la población” y que “la higiene, el almacenamiento de los alimentos, su estado y las condiciones edilicias ponen en riesgo la salud de los jóvenes”.

      Otra pericia fue sobre el Almafuerte. La nutricionista revisó alimentos, cocinas, heladeras, balanzas y planillas e informó que la comida “no cubre los requerimientos diarios, por déficit de cantidad”. Detalló que las viandas de la empresa tercerizada Cook Master llegan frías y no hay cómo calentarlas. Y que la fruta hay que partirla para que alcance para todos.

      Estos documentos figuran en un habeas corpus impulsado por un defensor oficial, Ricardo Berenger, y el director del programa de Niñez de la Comisión Provincial por la Memoria, Sergio Raimundo. Ambos pidieron multas para funcionarios del Almafuerte. Aparte de la dieta, denuncian hace tiempo que los detenidos no tienen suficientes salidas al patio. Paradójicamente, uno de los motivos es que los alambrados siguen rotos desde la fuga de diciembre.

      Dos menores se fugaron en el verano del Centro Cerrado Almafuerte.Dos menores se fugaron en el verano del Centro Cerrado Almafuerte.

      Los problemas en estos edificios parecen infinitos. Hay desbordes cloacales, pocos policías para custodiar las salidas y pocos asistentes adentro. Hace poco, a un chico lo torturaron sus compañeros con un cigarrillo prendido sobre la piel y a otro lo violaron. Y al cierre de esta nota un detenido en el centro Ibarra tenía que dormir en el piso.

      También faltan capacitaciones en oficios y se perdió hasta la vieja tradición de que los chicos amasen una pastafrola para recibir el fin de semana a las madres, novias o hijas que llevan tatuadas en todo el cuerpo. Esta verdadera maquinaria de indiferencia es el ambiente donde ellos tienen que hacerse responsables por cosas que hicieron, muchas veces irremediables. Donde les toca “rescatarse”, torcer su destino y soñar con que alguien crea en ellos.

      Hace más de un año, el diputado provincial Martiniano Molina (PRO) presentó un extenso pedido de informes sobre este sistema. Preguntó por la capacitación del personal, la atención psicológica para detenidos y asistentes, el plan de acompañamiento para el después del encierro y el manejo de la caja de horas extras, entre otras cosas. El proyecto nunca fue tratado para que le llegue al ministro Larroque.

      El Organismo Niñez tiene a cargo la política de responsabilidad penal juvenil, pero también la parte asistencial, el sistema de promoción y protección integral de los derechos, la clave para que menos chicos pobres lleguen al sistema penal. Clarín intentó comunicarse con Germán Urman y con su Subsecretaria de Responsabilidad Penal Juvenil, Viviana Arcidiácono, pero no tuvo respuesta.


      Sobre la firma

      Josefina López Mac Kenzie

      Periodista y traductora. Trabaja en TN y Canal 13. Publicó el libro "2A. El naufragio de La Plata", una investigación sobre la inundación de 2013.

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