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      Cómo sobrevive el Negro Alvarez a la era de la cancelación: la muerte del chiste, la incorrección y su vínculo con Milei

      • En qué anda a los 78 años el abanderado del humor cordobés.
      • Además, por qué se bajó de una candidatura y cómo pilotea la "cultura de la ofensa".

      Cómo sobrevive el Negro Alvarez a la era de la cancelación: la muerte del chiste, la incorrección y su vínculo con MileiEl Negro Alvarez minimiza lo que se dice en las redes sociales, "son como un camión lleno de borrachos que gritan".

      Como de costumbre, hablaba de proctólogos, de jorobados, de porteños, de zaparrastrosos, de curas, de gauchos matreros, de vagos, de bigotudos, de infieles, de señoras que usan trusa hasta que recibió ese tipo de "trompada" inesperada.

      Festival de Cosquín 2018. Carlos "El Negro" Álvarez se bajó del escenario, se fue a dormir y cuando despertó, su apellido era viral, más que aquel disco de oro ochentoso "vendido de a toneladas cual Renault 12".

      Reversionaba a La Mona Jiménez junto a Los 4 de Córdoba y, de pronto, se le ocurrió un chiste con la mujer de un sereno "despeinada, transpirada, desbombachada, descorpiñada, a los abrazos con el íntimo amigo 'descalzonsillao'". Usó como remate un desafortunado final: la imagen "del negro indignado por la traición, a los tiros con una escopeta". Las redes ardieron.

      A los 78 años, en la era de la cancelación, los escraches, la ofensa, la lupa en la literalidad, la delgada frontera entre broma y precepto moral, el monologuero de Villa Dolores ve su oficio transmutar, entre mesas examinadoras e interpretaciones varias.

      ¿Estamos ante la muerte del chiste? ¿Cómo trabaja ahora que parece sentir un "comité" de ética sobre las espaldas? ¿Se puede intervenir el humor, aplacarlo, suavizarlo, extirpar lo que ofende? ¿Acaso no es la ofensa la médula del chiste? ¿Es válido querer cambiar el humor de Álvarez, o sería "disciplinarlo", quitarle la autenticidad?

      "Puedo asegurar que lo de Cosquín fue todo ruido en las redes. En el lugar no hubo un silbido, ni una queja. Lo que pasa en las redes no es tan grande como lo que pasa en el mundo real. ¿Querés que te diga mi definición de las redes?".

      -Sí. ¿Cómo las define?

      -Como un camión lleno de borrachos insultando por la calle. El día que en redes sociales pongan al lado de la opinión el DNI, no se van a escribir tantas brutalidades.

      Álvarez con su bóxer, en su casa de Córdoba. (Maxi Failla)Álvarez con su bóxer, en su casa de Córdoba. (Maxi Failla)

      -¿Se cuida más ahora, quitó de su humor algo que pueda herir?

      -Alguna cosita, como hablar de gays.

      -¿Se siente encorsetado?

      -No. Total tranquilidad.

      -¿Pero piensa en aquellos a los que puede lastimar?

      -El humor es humor, se hace sobre todo. Podés escuchar mis 35 discos entre long play y casetes. Puede haber uno o dos cuentitos que ya no se pueden hacer, pero nada más.

      Anda con incontinencia verbal el que hace 21 años fue "abierto al medio como pan de hamburguesa" en la Fundación Favaloro. Triple Bypass, dos aspirinetas diarias, Omeprazol y "un limpiarterias" para mantener aceitada la máquina.

      La memoria indica que el día que le hizo "ole" a la parca había comido langostinos y "otros bichos" en un bodegón marplatense junto a Cacho Buenaventura, Polo Román de Los Chalchaleros y compañía. Después del banquete llegó a su habitación del Hotel Hermitage y sintió un ardor en el pecho. "Debe ser tanta marea roja", pensó temblando.

      Un litro de transpiración y un llamado al conserje derivaron en una internación, un traslado a la capital porteña y una cirugía coronaria. Después, el lento proceso para sacarse el miedo del cuerpo: "Estuve seis meses sin trabajar, con terror a hacer shows. Me convocaban y pedía muchísima plata para que no me contrataran, hasta que un día en Río Negro volví a subir al escenario y se fueron los fantasmas".

      Álvarez y la decisión de bajarse de la temporada de Mar del Plata este verano. (Foto: Cáceres)Álvarez y la decisión de bajarse de la temporada de Mar del Plata este verano. (Foto: Cáceres)

      Todavía habla de "parejas que zaguanean", de sífilis, de elásticos gastados de bombachas, de chatas para orinar, de dentaduras postizas, de enemas, de whisky patero, de gallineros convulsionados, de loros con fiebre, de "ruiderío sesy de catrera".

      Vive en El destino, en Villa Allende Golf, un caserón cordobés con un terreno de 3.700 metros con bodega incluida. Lo acompañan Lola y Mina, dos de los cientos de Bóxer que crió para exposición, una pasión que hace décadas lo llevó a ser Presidente del Boxer Club de Argentina.

      -¿Lo abuchearon alguna vez?

      -No, aunque pudo haber alguien a quien no le gustó. Nadie es para todos.

      -¿Nunca fue cancelado?

      -Gracias a Dios, nunca.

      -¿Cómo se lleva su humor con las mujeres?

      -Mi público femenino disfruta mucho. Las mujeres se mueren de la risa conmigo. Habrá que preguntarle las razones al público.

      Candidatura y cercanía con Milei

      Abona a la vieja teoría de que tragedia+distancia (tiempo) da paso a la comedia. Sigue bromeando con monólogos de largo aliento, pero tiempos más breves que los de Landriscina. Como si sus ocurrencias fueran un plato de milanesas con puré, sencillo y "gauchito", el hombre que hizo humor para latinos hasta en Nueva York y Sidney no busca cambiar de receta.

      Carlos Álvarez vive en una enorme casa llamada El destino, en Córdoba. (Foto: Cáceres)Carlos Álvarez vive en una enorme casa llamada El destino, en Córdoba. (Foto: Cáceres)

      Nieto de un diputado y senador cordobés, la política era una cuestión familiar en la casa de ese muchacho que se afilió temprano al Partido Demócrata de Córdoba. Su abuelo, Javier Álvarez Cordeiro, fue uno de los fundadores de aquella fuerza.

      "En mis épocas de cantante del Dúo Argentino me sumé al movimiento de protesta y allanaron mi casa y hubo simulacro de fusilamiento", cuenta serio el que coqueteó con una precandidatura el año pasado.

      "Córdoba ardía en ese momento, grabamos un Long Play y le poníamos el cuerpo a un espectáculo llamado Vamos a la luz, con libro de Armando Tejada Gómez. Escuchar a Silvio Rodríguez era un pecado. Por eso llegaron a mi casa, encontraron el uniforme viejo del servicio militar de un amigo, Carlitos, que había vivido conmigo tres meses, y me empezaron a pegar. Para aclarar todo, los militares armaron un operativo, me llevaron a donde vivía ya casado mi amigo, Barrio Jardín, y rodearon la casa. 1976. Me salvé".

      Su vida siguió sin militancia política, hasta que en 2022 -desde su viejo partido, aliado a Javier Milei- llegó el ofrecimiento para postularse a vicegobernador de Córdoba. Integraba la fórmula con el abogado de Alta Gracia, Rodolfo Eiben, pero renunció. "No me cayó del todo bien el compañero de fórmula y además pensé en el cariño de la gente, no quiero perderlo... ¿Iba a poder tomar un café tranquilo en un bar, como ahora?".

      Ahora no descarta un puesto ligado a la cultura. "Me gustaría manejar un teatro o algo así, pero para eso te tienen que convocar, jamás pediría un lugar. Lo que tenga que ser, que sea. A Milei no lo vi en persona, pero me alegra su asunción, el kirchnerismo se había terminado. Fue demasiado tiempo. Ahora veo a la gente contenta más allá del susto económico. El susto hubiera venido igual si él no llegaba a la presidencia".

      Como parte del equipo de "Mesa de noticias" a comienzo de los '80.Como parte del equipo de "Mesa de noticias" a comienzo de los '80.

      Por qué se bajó de la temporada

      Chiste 1: "Mamá, papá se está por tirar del balcón". A lo que la madre responde: "Decile a tu padre que yo le puse cuernos, no alas".

      Chiste 2: Cae un negro a una casa de camping y pregunta: '¿Tiene traje camuflado?'. El vendedor le responde: 'Sí, pero hace tiempo no lo puedo encontrar'.

      Chiste 3: "Negra: ¿Cuándo me vas a llevar al zoológico?2. La esposa responde: "Nunca, el que quiera verte que venga a casa'".

      Chistes de "chupaos", de paisanos con papada, de brutos, agrandados, norteamericanos, tartamudos, cuñadas, directores de escuela. El catálogo de Álvarez no adelgaza a pesar de las exigencias del status quo.

      El Negro Álvarez en escena. (Foto: Cáceres)El Negro Álvarez en escena. (Foto: Cáceres)

      Algunos de sus cuentos pueden durar 15 minutos y ser "más divertidos en la previa que en el final". Es fácil identificar marcas propias de su lunfardo, recursos permanentes como "mostro", "dispierto", "ónibus"... "Llegaron a acusarme de deformar la lengua, pero un profesor universitario explicó muy bien que al deformar las palabras y la gente reírse, no hago más que ser un certificador del lenguaje".

      No puede separar su obra de sus primeros 20 años de vida. De su pasado como vendedor de máquinas de escribir Olivetti, de bijouterie y publicidad en medios gráficos absorbió ese arte de la transacción, de saber ofrecer una manufactura, una mercancía, y obtener por eso un beneficio.

      "Considero que una buena infancia y una buena adolescencia te hacen fuerte, te ayudan a enfrentar después cualquier cosa", juzga el que a los 16 vio morir a su padre de un infarto y romperse un escalón de inocencia. "De haber vivido más él, es probable que yo hubiera sido abogado. Tengo una zamba que dice 'padre nuestro que estás en el cielo, padre mío que aún me haces falta, yo quisiera saber si sería lo que soy si estuvieras en casa".

      A la distancia agradece a aquel Festival del Cabrito en Quilino, al noroeste de Córdoba que le permitió ponerse a prueba. "Quiso el destino que un arroyo creciera por las lluvias, no existieran los celulares, estuviera yo solo y a punto de irme y el hombre que me había contratado me pidiera subir y pilotearla 45 minutos. Me tomé unos vinos de más, subí con la guitarra, la gente se rió y terminó en ovación. Aquel fue mi debut real como humorista".

      Hace casi 30 años, en escena junto a Ginette Reynal (Archivo Clarín)Hace casi 30 años, en escena junto a Ginette Reynal (Archivo Clarín)

      ¿Qué lo hace reír a él? Lo clásico, el Flaco Pailos, Luis Landriscina y Cacho Buenaventura, y un descubrimiento de los últimos meses, el Oficial Gordillo, "un muchacho con la onda del Negro Álvarez pero tucumano". A Roberto Moldavsky lo admira "de lejos", nunca pudo todavía asistir a sus espectáculos.

      Condujo un par de años en la Folklórica (FM 98.7) un matutino "hasta que llegó el kirchnerismo" y el programa terminó. Ahora, cuando no recorre pueblo a pueblo para llevar el servicio del que vive desde hace 50 años, sus días transcurren entre la guitarra, la escritura y los juegos con sus tres nietos. Después de dos matrimonios, hace cinco meses oficializó una nueva pareja "cama afuera".

      Con respecto a la temporada veraniega 2024, tenía ofertas para tres plazas teatrales, San Rafael (Mendoza), su Córdoba natal y Mar del Plata. Eligió "La Feliz", pero a último momento desistió y generó misterio.

      "Lo pensé bien y cuando tenía que cobrar el 30% de lo arreglado cambié de opinión, no estaba contento", aclara. "No tiene que ver con el rédito, sino con lo que considero que es más descansado. No quiero atarme todos los días a un lugar así que preferí el picoteo, un día de gira por una provincia, otra semana en un festival. Ya anduve demasiado".

      Álvarez, el que no se resiste a pasar de moda (Foto: Ariel Grinberg)Álvarez, el que no se resiste a pasar de moda (Foto: Ariel Grinberg)

      -¿Su forma de encarar el chiste está en extinción?

      -No creo. Es como el folclore. Ya no están Hamlet Lima Quintana, Jaime Dávalos y aparece el folclore cumbia. Todo cambia. ¿O quién te compone un tango hoy? Pero tampoco es la muerte del chiste, ni siquiera una agonía. ¿Te conté que en Estados Unidos se reían de mis chistes?

      -¿Un grupo de argentinos?

      -No. En el teatro Crystal Palace me asomo antes de empezar y veo mucho cubano, venezolano, colombiano. Le digo al tipo que me contrató: "¿Estos qué van a entender?". Pero salí y me fue bárbaro. Muchas chichis argentinas con pareja cubana o venezolana contagiaron el gusto por mi humor. En Cuba, mi canción Soñé que comía un pollo es hit".

      Todavía cose y zurce sus fábulas "El Negro", que se resiste a pasar de moda y a los libretos. "Lo mío no es un monólogo improvisado, pero lo armo en la cabeza, no anoto nada. Incluso puedo cambiar el discurso sobre la marcha si una interacción me dispara otra respuesta. ¿Cómo explicarlo? Yo tengo una serie de cosas adentro, como un esqueletito y en escena voy poniéndole a ese esqueleto la carnecita".


      Sobre la firma

      Marina Zucchi
      Marina Zucchi

      Editora de la sección Historias mzucchi@clarin.com

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