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      Del baile del pueblo a una fiesta tecno

      En el ecosistema digital del agro, la expectativa de los inversores es encontrar la “joya” que compensará -con creces- los inevitables fracasos.

      Del baile del pueblo a una fiesta tecnoLa digitalización en el agro está revolucionando las prácticas agrícolas tradicionales, a través de la mejora de resultados.

      A todos los que amamos el campo nos sorprende y nos gratifica la renovación que está llegando al sector de la mano de la revolución digital del agro

      ¿Qué hay detrás de todos estos sorprendentes start-ups? Por un lado, equipos de emprendedores que apuestan a la tecnología y a la disrupción y se comprometen apasionadamente para lograr sus objetivos; por el otro, la necesaria contribución de entidades gubernamentales y no gubernamentales que los apoyan, los acompañan y facilitan su tarea y finalmente imprescindibles inversores que apuestan su dinero para permitirles materializar sus sueños. A todo este dinámico entramada de relaciones lo conocemos como ecosistema AgTech.

      Los starts-ups son financiados por inversores de riesgo en todos los sectores de la economía. Entendemos como tales aquellos que invierten en un proyecto basados casi exclusivamente en su confianza en el proyecto, en el equipo y en sus antecedentes. Todos estos proyectos -sin excepción- son apuestas de alto riesgo y -por ende- la expectativa de los inversores es encontrar la “joya” que compensará -con creces- los inevitables fracasos.

      El agro -seguramente por tratarse de un sector particularmente conservador y de inherente alto riesgo- no era atractivo para este tipo de inversores. Bajo esta perspectiva la dinámica del agro ha tenido muchas semejanzas con un “baile de pueblo” donde los mismos chicos bailan siempre con las mismas chicas.

      Recién a partir del año 2010 comenzaron las primeras inversiones de riesgo de magnitud. Esas primeras inversiones y aquellos primeros emprendedores focalizados en tecnologías poco utilizadas en el sector hasta ese entonces fueron el origen de lo que se conoce hoy -genéricamente- como Ag Tech. A partir de allí, las inversiones en el sector se dispararon hasta alcanzar la friolera de 30 billones de dólares apenas 10 años después.

      Esta enorme cantidad de dinero ha impulsado la creación de miles de start-ups en todo el mundo trayendo innovaciones, disrupción y desafiando el status- quo de un sector tradicional y conservador por naturaleza, que en 2015 era reconocido por la consultora Mc Kinsey como el menos digitalizado de la economía mundial. La llegada de los primeros “unicornios” como Índigo y FBN (Farmers Business Network) han servido para demostrar que hay oro al final del arco iris e impulsa a los inversores a seguir invirtiendo confiados en encontrar al próximo “unicornio”. El baile de pueblo terminó para convertirse en una fiesta tecno.

      Los primeros emprendimientos AgTech fueron invertidos por productores agropecuarios: visionarios que confiaron en su potencial transformador. Aquellos inversores ángeles iniciales dieron lugar a los primeros fondos de inversión, instrumentales para apoyar las primeras generaciones de start-ups argentinos y convirtieron a la Argentina en pionera en Latinoamérica en el desarrollo de los primeros fondos de inversión de riesgo focalizados en este segmento. A partir de allí, la creación de nuevos fondos de inversión no se ha detenido.

      El crecimiento del ecosistema Ag Tech argentino ha sido notable en los últimos años. Según un estudio reciente de la Universidad Austral y Endeavor el ecosistema se compone de más de 125 emprendimientos. Diez años atrás los podíamos contar con los dedos de la mano. La mayoría de ellos recién está dando sus primeros pasos: apenas tienen 6 años de creación.

      Este ecosistema tiene una muy fuerte impronta federal: estos 125 emprendimientos se distribuyen en 10 provincias argentinas. Y para el ecosistema AgTech Dios no atiende en Buenos Aires: la mayoría (44) se radican en la provincia de Santa Fe, gracias a la fuerte impronta del clúster Rosario. El dinamismo de este ecosistema está generando situaciones muy interesantes como lo que está sucediendo en estos momentos en Rio Cuarto, Córdoba y que he tenido la oportunidad de experimentar personalmente.

      Allí, en el centro de la Argentina productiva y a 600 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, la conjunción de varios emprendedores, la activa cooperación y el fuerte apoyo de distintas agencias estatales y la financiación de un fondo de inversión impulsado por los mismos productores locales han generado un dinámico ecosistema donde ya coexisten 22 start-ups. ¿Estaremos asistiendo al nacimiento del Sillicon Valley argentino?

      Finalmente, un dato particularmente llamativo de este relevamiento es que sólo un 16% de los líderes de estos emprendimientos son ingenieros agrónomos. Bienvenidos ingenieros en sistemas, programadores, analistas de datos, informáticos y demás al agro: los estábamos esperando.

      Volviendo a la metáfora del baile de pueblo, la llegada de varios micros de los pueblos vecinos nos alegra sobremanera. La fiesta se va a poner interesante…


      Sobre la firma

      Carlos Becco

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